Protection, deterrence, persecution is a handmade glass structure that recreates a nest of the greater short-toed lark (Calandrella brachydactyla) that the artist came across in the Delta. The area is regularly used by 35% of species included in the EU’s bird protection legislation, yet many have disappeared (such as the Botaurus stellaris or Charadrius morinellus), or else their populations have been reduced because of urbanisation, air and noise pollution, accidents with built elements or hunting. Text: Christian Alonso

Conjunto de nidos escultóricos hechos con alambre de espino, ramas de zarza, hilos de cobre, plumas de cigüeña, cemento y red de polietileno (medidas variables). La cigüeña blanca (Ciconia ciconia) es un ave de grandes dimensiones que tiene el plumaje blanco y negro, el pico alargado y las patas rojizas. Esta especie ha fascinado a culturas de todo el mundo desde tiempos inmemorables. Protagonista de innumerables cuentos, mitos y leyendas, la cigüeña se ha convertido, históricamente, en símbolo de nacimiento, fertilidad, fidelidad, cariño, amor y prosperidad. Y, también, en portadora de recién nacidos, signo de buena suerte, amuleto contra el mal, metáfora de bienestar, piedad, pureza y resurrección, longevidad y mortalidad. Hoy las cigüeñas se encuentran inscritas en un conjunto de cuestiones no solo simbólicas, mitológicas y folclóricas, sino también jurídicas, medioambientales y turísticas. La ciudad de Lleida acoge la colonia de cigüeñas blancas más grande de toda Cataluña y una de las más importantes del sur de Europa: allí viven unas mil doscientas repartidas en quinientos nidos. Las cigüeñas nidifican en medios urbanos: copas de árboles, campanarios de iglesias y catedrales, tejados de fábricas y viviendas, torres y postes eléctricos o telefónicos. Su dieta es piscívora, aunque también se alimentan de ranas, reptiles, pequeños mamíferos e insectos. Es la disponibilidad de comida, y no las condiciones climáticas stricto sensu, lo que hace que las cigüeñas migren o permanezcan en un sitio. Las cigüeñas se han asentado en entornos urbanos porque se alimentan de los vertederos. Esta relación de vecindad que mantienen con los humanos expone a la cigüeña a todo tipo de peligros: muertes por electrocución con las líneas eléctricas, intoxicación porque se alimentan de ratas y otras especies envenenadas, muertes por la ingesta de plásticos y cordeles, etc. La protección legal de las cigüeñas provoca cada año litigios con empresas telefónicas e instituciones religiosas. Y su conservación se convierte en una preocupación creciente por parte de asociaciones ciudadanas y administraciones públicas.

Partiendo de una investigación sobre las condiciones de movilidad de las especies humanas y no humanas, Ruiz fabrica nidos que captan la ambivalencia de las relaciones en las que se encuentran inmersas las cigüeñas: el alambre y los pinchos disuaden como lo hace el mobiliario contra las personas sin techo; los filamentos de cobre del cableado eléctrico causan una muerte reconocible por el hallazgo repentino de plumas en la ciudad; el cemento es el material que sostenía los cuarenta nidos del edificio de los Silos de Pardinyes, derribado para construir un albergue; la red de polietileno evita nidificar en la catedral nueva y sirve para capturar y realizar campañas de control y recuperación, y protección; las zarzas, además de proteger a aves y mamíferos, proporcionan unas flores y unos frutos muy apreciados por las abejas y los humanos. Texto: Christian Alonso.